Primero de todo, bienvenidos al 2017, espero que este año os ayude a convenceros más si cabe de las mejoras que podéis llevar a cabo en vuestras vidas con sólo un poco de esfuerzo, valores y rendimiento. Para estrenar bien el año, veo necesario ahondar en el aspecto del rendimiento deportivo. Desde el 2012 que empecé a realizar tareas de coaching deportivo y psicología del rendimiento en plantillas amater de fútbol, siempre ha existido una palabra “tabú” que era sinónima de problemas, el error o el fallo.
Bien, cabe decir que existen numerosas creencias en nuestra cultura y en nuestro entorno que mitifican el fallo cómo algo indeseable y improductivo para cualquier persona, así desde pequeños y sin que nadie se de cuenta o se percate de ello, hemos ido consumiendo ese tipo de ideas y actitudes en la vida, conformando el mito o la relación causal de “el fallo es malo”, “fallar es perder” y “tengo que hacerlo todo perfecto, no puedo fallar”.
En mi trabajo, el fallo es mi mecenas, la cantidad de veces que el error ha sido protagonista en mis sesiones es incalculable: “cuando fallo me pongo nervioso”, “tengo miedo a equivocarme porque pensarán que soy malo”, “me cuesta confiar en mi, siempre pienso en si me voy a equivocar en esto o en aquello” y un largo etcétera de ejemplos que, toco madera, hemos conseguido solucionar por medio del trabajo con el cliente.
Si estás leyendo este artículo, y crees que para ti fallar también supone o ha supuesto un problema, antes de seguir leyendo, te recomiendo que reflexiones sobre qué es para ti un fallo.
Nos podrán venir distintas preguntas a la cabeza en este momento: ¿si concibiésemos fallar cómo algo bueno y positivo, tendríamos las respuestas de estrés o de nervios que solemos tener cuando fallamos? ¿Si fallar fuese positivo, tendría tantas ganas de hacer las cosas bien hechas? ¿Si fallar fuese algo negativo pero necesario, y lo aceptásemos así, encontraríamos el equilibrio entre la excelencia y la gestión emocional ante el error?
El título de esta lectura tiene truco. La respuesta a qué va a ocurrir cuando se comete un fallo está en cada uno de nosotros, porque depende totalmente de cómo percibamos la realidad que nos rodea y de qué valor le estemos dando a ese error. Si soy un tenista y para mi fallar un primer saque es algo normal y entiendo que al tener un segundo saque no me debo preocupar, es probable que mi estado emocional y mi nivel de atención permanezca estable y funcionando. Por otra parte, si un fallo en el primer saque, para mi significa que “sólo me queda una oportunidad para meter el saque bien hecho” puede que esa concepción de la situación me altere aportando un puntito de presión y estrés que me habré inducido a mi mismo. Es evidente que la línea es muy delgada entre mantener la compostura o sentir un estado cognitivo y emocional alterado.
Conviene separar el término “rendimiento” del término “resultado”, cuando hablamos de errores si lo pensamos bien, estamos hablando de determinadas ejecuciones técnicas o físicas que conllevan un mal resultado. Fallar un pase, tirar una barra en un salto hípico, etc. Pero resulta que cuando realizamos un fallo en una ejecución que acaba con un resultado positivo no lo consideramos un error, me explico: TM es jugador de fútbol y juega de mediapunta, en un partido de liga recibe un balón a pocos metros de los defensas contrarios y quiere mandar un pase a su compañero DP que es delantero, ese pase debe ser raso y profundo para dejarle sólo contra el portero. TM por un fallo en la ejecución motora del pase y del golpeo del balón, en lugar de salirle un pase raso (mucho más fácil de controlar para DP) le sale a altura de la cadera del defensa, y por ese fallo el balón se filtra con éxito sin que el defensa la pueda desviar, además debido a que el balón sale botando, esto permite a DP realizar una vaselina con poco esfuerzo y la jugada acaba en gol. ¿Ha cometido un fallo TM?
Así pues, se podría decir que nuestras acciones persiguen objetivos y que aun cometiendo errores en la toma de decisiones o en la ejecución motora, si el objetivo se consigue no concibiremos ese error cómo un fallo.
Todos queremos el éxito, y el fallo produce reacciones negativas en nosotros porque creemos que nos impide conseguirlo. Pese a esta forma de pensar, la experiencia dice que cada fallo te ayuda a crecer y estar más cerca del éxito, teniendo en cuenta que el éxito es un término abstracto y que es distinto para cada uno, quedémonos con que el error nos ayuda a mejorar, y eso, siempre es bueno.
A continuación me gustaría ayudaros a tener ciertos argumentos para desmontar el mito de que fallar es malo. Tanto os servirá a vosotros cómo a las personas con quien compartáis esta noticia, sería muy positivo que lo puedan leer el máximo de personas posibles. Al vivir en sociedad, los niños crecen sin ideas sobre vivir en relación con los demás, y mediante las personas cercanas a ellos van aprendiendo las distintas ideas o normas sociales que les harán ser quienes son y comportarse de forma educada o en relación a unos valores. Si cambiamos la concepción del fallo y la orientamos al esfuerzo y hacia la superación puede ser algo muy positivo para cualquier persona. Fallar significa mejorar y realizar los cambios pertinentes para acertar. Si compartes esto con las personas, siempre habrá niños o niñas que crezcan en otra idea del error, dado que unos padres, tíos y otros familiares habrán empezado a pensar distinto, o unos amigos, unos entrenadores, unos compañeros de equipo o algún presidente de algún club habrá empezado a ver el fallo de forma distinta; y ese niño va a aprender de todos estos.
Si has vivido en la cultura del perfeccionismo y los errores te han hecho sufrir sensaciones negativas, reprimendas, decepciones, nervios, angustias, es momento de cambiarlo y si me contactas estaré encantado de ayudarte. Por el momento, me tomo la libertad de que tengas estos argumentos a favor de que el fallo es algo natural y positivo para el crecimiento de las personas:
- El deporte exige competición (dejando al margen la actividad física cómo ocio, y hablando de deporte federado), en la competición se enfrentan los distintos deportistas y para que unos obtengan resultados positivos los otros tienen que obtener resultados negativos. Si el fallo no existiese no existiría el deporte. Si todo se hiciese perfecto se colapsaría la competición y el deporte no tendría ningún sentido. El fallo es natural del deporte.
- Las personas cometemos fallos constantemente, lo que sólo nos damos cuenta cuando obtenemos un mal resultado o alguien o algo nos lo resalta. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos por la noche tomamos constantes decisiones, de las cuales muchas seguro son erróneas y no nos percatamos. Como, además, no nos sentimos evaluados, el valor de esos errores es cercano al cero. Es imposible no equivocarse, estoy seguro que en este mismo texto, me he equivocado muchísimas veces, forma parte de su “magia”. En la competición hay evaluación, simplemente debemos aprender a dejar la evaluación para cuando estemos tranquilos en casa y podamos hacer memoria, valorando lo positivo y lo negativo. Durante el juego tenemos las pulsaciones a un nivel alto que no nos va a permitir evaluarnos de forma realista y con sentido.
- Los mejores deportistas de la historia se han equivocado en cada partido, prueba o desafío, en cada minuto y hora de sus vidas deportivas. Jordan se ha equivocado en millones de canchas de baloncesto, y él sabe que le ha venido bien. Rafa Nadal se equivoca en cada partido y en cada entrenamiento. Pelé, Maradona, Messi y/o Cristiano Ronaldo se equivocaban y se equivocan. Michael Phelps toma malas decisiones y se equivoca también. Usain Bolt, otro que se equivoca. Si tu no te equivocases nunca, serías el mejor deportista de la historia, bueno o serías una máquina. Para llegar, mantenerse y ser deportista, no es que tengas que permitirte fallar, es que tienes que cometer errores y vas a cometer un fallo en cualquier momento. Si no estás dispuesto a aceptar eso, te recomiendo que reflexiones sobre ello.
- ¿Quien tiene la superioridad moral suficiente para determinar lo que es bueno o malo, lo que es un fallo o un acierto? Quizás lo que para mi es algo bueno, para otra persona no lo sea, quizás lo que para ti es un fallo, para otro es un logro. Antes de culpabilizarte, ponerte nervioso, hundirte anímicamente por un error, sería oportuno tener la seguridad objetiva de que es un fallo ¿verdad? Mejor deja para después de la competición esta valoración, porque te puede llevar tiempo. Es más, aunque invirtamos tiempo y dinero, ¿podremos saber a ciencia cierta la importancia de un fallo? Parece más inteligente aceptar el resultado de esa acción cómo algo natural del juego y del deporte y seguir concentrado en la siguiente acción, dado que pensar en ello conlleva una alta inversión.
- No tenemos máquinas del tiempo. Si consideras haber cometido un fallo, hecho está, no puedes hacer nada por volver atrás y realizar una acción distinta. ¿Tus acciones las realizas en el pasado, el futuro o en el presente? Si sabes contestar a esto, ya has descubierto dónde tienes que estar atendiendo.
- Los resultados nunca dependen totalmente de lo que hace uno mismo. Incluso hay deportes como el tenis, que perder un punto puede ser por una mala acción tuya o por mérito del contrario dónde no has podido hacer nada. No nos creamos todopoderosos.
- Nuestro cerebro necesita energía para atender y realizar las distintas acciones. Todo el tiempo que invierto en pensar en ese fallo que he cometido, es tiempo que pierdo energías en algo que no tiene nada que ver con realizar una acción en la situación de juego actual. No malgastes tu tiempo.
- Las personas muchas veces no tenemos las soluciones a los problemas, una forma de descubrirlas es por ensayo y error, es decir, probando y fallando hasta que acertemos. Comete un fallo y estarás un poco más cerca del acierto.
Podríamos seguir aquí todo el día, creo que con estos argumentos, más de uno habrá empezado a concebir el fallo de forma distinta, y quizás a competir diferente. Si con este artículo nº1 de 2017 ayudo a un deportista o a una persona a tener un año mucho más provechoso ya me doy por satisfecho.
Y recordad: “errar es humano“.