Hardiness: Superarse día a día

La inmensa mayoría de deportistas y, me atrevería a afirmar, la mayoría de personas; alguna vez hemos pronunciado ese deseo que sólo nos viene a la cabeza cuando nos superan las circunstancias: “Me gustaría ser fuerte mentalmente. Para bien o para mal, hay que ir aceptando que en nuestra vida vamos a encontrarnos obstáculos continuos y vamos a tener que superarnos día a día. Este concepto de resistencia emocional, de fortaleza cognitiva, de superarse día a día aguantando los bandazos de las circunstancias, lo llamamos Hardiness (Dureza en inglés). Existen numerosos artículos sobre este concepto en gran variedad de ámbitos y situaciones, pero con algo en común, todos los estudios intentan demostrar cómo una persona con esta actitud, capacidad, rasgo de personalidad es capaz de aguantar mejor las situaciones que otras que no tienen dicha capacidad.

Por mi forma de entender la vida, siempre con un prisma objetivo y lo más realista posible, intento y consigo no concebir el hardiness o dureza mental cómo un rasgo, cómo un factor estable de la personalidad, es decir, cómo una característica de la persona que nace con ella. Para mi, y muchos profesionales, el hardiness es una actitud, un estilo de comportamiento dónde superarse día a día es algo que se ve, algo que se demuestra con actos y conductas.

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Así pues, este concepto supone una gran esperanza para toda la comunidad deportiva, ya que las actitudes y las conductas de esfuerzo se pueden aprender, y por tanto habrá diversas formas de enseñarlas. En este sentido la reflexión de William James tan sabia, nos aporta luz sobre el tema: Lloro porque estoy triste o estoy triste porque lloro? Sin duda alguna nuestras emociones y pensamientos condicionan nuestro estado de salud y nuestro estilo de comportamiento; pero es también verdad que nuestras experiencias vitales y nuestras acciones y conductas con sus resultados de éxito o fracaso condicionan en gran medida lo que pensaremos y sentiremos en futuras situaciones similares.

Por ello, la actitud del Hardiness, la voluntad de superarse día a día, es un factor entrenable en nuestros deportistas, siendo conscientes que dependiendo de la edad y lo fuertemente asentado que esté su estilo de afrontamiento va a ser más o menos entrenable este factor.

Llegados a este punto, y si lo pensamos detenidamente, al fin y al cabo la psicología deportiva es un entrenamiento específico en Hardiness. Con nuestro trabajo profesional, ayudamos a que los deportistas sean más fuertes mentalmente y que los problemas los afronten de manera satisfactoria.

Las actitudes y los estilos de conducta en el deporte y en otros ámbitos vienen determinados por el temperamento natural de la persona, los valores interiorizados y las creencias firmes sobre si mismos y sobre las situaciones. Así pues, podemos promover conductas resilientes de los deportistas frente a los problemas e inconvenientes a través de ideas y valores que inculcaremos con el ejemplo y con demostraciones. Algunas creencias que pueden favorecer que un joven deportista desarrolle esta percepción sobre los obstáculos podrían ser las siguientes:

  • El error está permitido, sobreproteger a los deportistas no es bueno, debemos provocar o dejar que se equivoquen y “estar ahí” para que obtengan una moraleja que les fortalezca.
  • Un error técnico o deportivo no es lo mismo que un error de actitud, es importante que el deportista entienda el matiz en el cual él entienda que cometer errores es natural y normal, pero que lo que no es admisible es una falta de compromiso, de esfuerzo, de ganas o de ambición; esos son los fallos que siempre debemos intentar evitar. Hay que intentar superarse día a día con esfuerzo y constancia.
  • El ser humano es poderoso por su capacidad de adaptarse, de aprender. Es básico que el deportista “en frío” desarrolle la creencia de que por muy dura que es la vida o una situación, las personas obtenemos importantes experiencias que nos ayudan a mejorar y aprender, pero esto sólo sucederá de forma productiva si mientras estamos en dicha situación, “en caliente”, somos capaces de encontrar el valor añadido que nos va a aportar ese instante complicado, buscando el aspecto positivo o útil de esa experiencia.
  • El tiempo que permaneces quejándote es tiempo que pierdes en adaptarte, los problemas van y vienen, lo único que permanece son las estrategias que hemos desarrollado para adaptarnos y salir de esas situaciones. Todo instante que utilizamos en poner excusas, en no buscar una solución, en bucear en el problema, es tiempo que dejamos de invertir en buscar la mejor estrategia para demostrar que podemos salir de esa traba.

Estos pocos ejemplos, son creencias que se pueden transmitir de la misma manera de la que podemos transmitir los valores deportivos en una estructura deportiva. Para ello, vamos a requerir de ir utilizando estas frases cuando aparezcan los momentos oportunos, y los entrenadores van a ser importantes para guiar estas conductas con el ejemplo y exigiendo conductas acordes en entrenamientos y competiciones.

Por otro lado, cómo hemos dicho, esas creencias serían unas actitudes cognitivas que nos servirían como estrategias de afrontamiento mentales para controlar posibles excesos emocionales ante situaciones problema o para controlar flujos de pensamientos desalentadores cuando el deportista se viese superado. Ahora nos falta hablar del “estoy triste porque lloro”, de cómo las conductas pueden favorecer un crecimiento del hardiness, conductas de superarse día a día.

Aquí hay ciertos aspectos a entrenar para los cuales, el psicólogo deportivo es fundamental, así cómo el rol del entrenador, voy a exponer algunos puntos para que sea más evidente:

  • Exponer a los deportistas a situaciones de estrés o situaciones de alta dificultad en entrenamientos. El entrenador, mediante la colaboración del psicólogo, puede crear situaciones controladas en los entrenamientos dónde el deportista pueda obtener importantes experiencias de éxito que le “curtan” para que posibles situaciones en competición no le superen. Mediante la experiencia conductual, el deportista aprenderá soluciones prácticas a situaciones problemáticas, de forma que esas situaciones produzcan un menor estrés en él, dado la experiencia del jugador en salir con éxito de la situación.
  • Enseñar al deportista a luchar siempre por un objetivo. La distracción que supone siempre una situación problemática es lo que precede una respuesta emocional posterior que haya que controlar. Promover mediante comportamiento deportivo a siempre buscar unas acciones objetivo cuando la situación sea complicada, va a prevenir que las situaciones supongan una distracción del rendimiento deportivo. Marcar unas rutinas, por las cuales el deportista en determinadas situaciones, siempre busque realizar una acción objetivo, puede evitar reacciones posteriores que debamos controlar.
  • Comunicar e informar al deportista objetivamente lo que puede ocurrir en la situación y destacar sus virtudes para solventarlas. La autoconfianza del deportista resultará imprescindible para superarse día a día y tener una actitud de dureza mental. La conducta comunicativa del entrenador respecto a las situaciones problema es muy importante, ya que directa o indirectamente va a generar en la persona unas expectativas más o menos realistas. Por este motivo, reforzar las virtudes de los deportistas, comunicándoles en qué aspectos están rindiendo mejor y qué acciones destacan de ellos hoy por hoy, resulta primordial. Junto a ello debemos ayudarles mediante nuestro discurso a concebir las situaciones en más o menos alcanzables, y relacionar esas expectativas de la situación con el nivel de forma del jugador. Dando argumentos objetivos y sólidos, por ejemplo, sobre que una competición es inalcanzable a nivel de rendimiento y proponiendo una visión sobre la competición para poner en práctica determinadas acciones y perseguir determinados objetivos; de esta forma una situación que podría haber sido constantemente insuperable por el deportista la podemos orientar mediante nuestra conducta verbal hacia objetivos que sean útiles para el deportista.

Para terminar, una breve opinión personal, para bien o para mal, hoy en día está muy extendida la teoría del pensamiento positivo “que todo lo cura”. Cada vez me doy más cuenta, de que el enfoque es incorrecto, lo inteligente no es hacer un juicio de valor sobre si los pensamientos son buenos o malos, positivos o negativos; desde luego la actitud resiliente, el hardiness, se refiere a que el juicio sobre los pensamientos sea tan simple cómo pensar si son útiles o inútiles, si me suman o me restan. Habrá pensamientos positivos que me distraigan de mi desempeño deportivo (me resten), cómo que haya venido a verme competir alguien muy importante y eso me hace rendir distinto a lo planeado; de igual forma habrá pensamientos negativos que me impulsen a mejorar ese rendimiento deportivo (me sumen), cómo pensar ante una situación alcanzable que si no se esfuerza estará decepcionando a toda su familia que se ha dejado todo por él. Dejemos de pensar positivo por norma o moda, empecemos a pensar inteligente sobre lo que nos aporta mejorías, y así superarse día a día.

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